El Cabildo de Tenerife sigue avanzando para que la roseta de Tenerife sea declarada como Bien de Interés Cultural (BIC).
El maestro rosetero, Antonio Rodríguez Ruiz, visita a toda una institución en la elaboración de la roseta de Tenerife, la portuense María Rosa Padilla Torres (1923), quien a sus 95 años sigue transmitiendo sus conocimientos, su técnica y sus anécdotas, que se remontan a cuando ella preparaba su dote.
Su nieto, que sigue sus pasos, aprende con entusiasmo cómo se da forma a esta joya de nuestra artesanía. No cabe duda, que la roseta no sólo se protege y promociona sino que es un arte que está despuntando no sólo entre las mujeres sino también entre los hombres.
Generación a generación, la elaboración de la roseta de Tenerife sigue transmitiéndose como una joya de nuestra cultura y tradiciones; y como un oficio artesano que puede ser yacimiento de desarrollo económico y autoempleo.
Antonio Rodríguez quien se ha criado entre piques, agujas e hilos, está actualmente inmerso en la enseñanza de este oficio centenario, en la Isla de Tenerife, que llegó a ser soporte económico para las familias de la época. El artesano imparte este arte entre los más pequeños, a través de talleres en los colegios del municipio de Arona.
Para el vicepresidente socioeconómico del Cabildo, Efraín Medina, “este encaje propio de nuestra isla es un patrimonio cultural que el Cabildo protege y preserva, y que con esfuerzo y cariño, hemos podido rescatar y poner en valor, cuando se encontraba en vías de extinción. El Cabildo continúa inmerso en su difusión y en su pretensión de sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de este técnica centenaria en Canarias y en el resto del mundo», añade.
La roseta de Tenerife también conocida como “Tenerife Lace”, único encaje propio de la Isla, y único oficio que lleva el nombre de la Isla, que dio lugar al Ñanduti” de Paraguy, a los “soles” de Moca y “Naranjito” de Puerto Rico.